lunes, 26 de noviembre de 2007

Reflexiones

Por Pedro Zepeda, desde Santiago

La envidia

Y sentándose ante un grupo de hermanos les dijo: - Cuídense de la envidia, porque ante el Cielo a cada uno se les ha dado según su propia necesidad. Y muchos dirán: "A mí no me dio el Cielo según mi necesidad, porque paso hambre. Ni me dio según mi necesidad, porque me falta amor. Ni me dio según mi necesidad porque parece que mi cuerpo atrajera todas las enfermedades. Y añadió: - Había una vez un hombre que heredó un huerto para alimentarse, pero pasaban los días sin que fuera a cultivarlo, ni se preocupase de labrarlo, ni abonarlo, ni cortar las malas hierbas. Llegó el tiempo de la cosecha y no recogió nada. Entonces miró al cielo y protestó diciendo: - ¿Qué mal he hecho, ¡Dios mío!, para que me trates así? ¿Qué mal he hecho para que me mandes esta desgracia? ¡Mira los campos vecinos que frondosos están y mira el mío mustio y seco! Estén atentos, pues, y mediten: no pidan al cielo lo que no se piden a ustedes mismos. ¿Y cuántas veces ven a un hermano y le envidian porque tiene lo que ustedes desearían tener? Pues yo les digo que si entraran en su vida, verían que está vacío de otras cosas y sufre por no tenerlas tanto como ustedes. No juzguen por los ojos, ni deseen por los ojos. Piensen que cada uno lleva su propia carga. Y, ayúdense unos a otros a llevarla.